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Como ya os he contado muchas veces, mi padre es una persona peculiar. Mi padre es de ese tipo de señores (ay, como lea que lo llamo señor) que puede ir perfectamente en invierno con chanclas y pantalón corto, pero llevar un polar y una bufanda. Mi padre le ha dado el triple de uso que yo (si es posible) a mi primera cámara, que adoptó cuando yo la cambié por un modelo mejor. Mi padre es de ese tipo de personas que se van a hacer senderismo solos, y a las siete de la tarde, sin avisar ni a mi madre ni a mí. Mi padre, es de ese tipo de personas que me mandan un whatsapp a las diez de la noche quejándose de que le están robando fotos del Facebook y subiéndolas sin su nombre (bienvenido al mundo 2.0, papá). Mi padre fue el que me enseñó a pescar y a pelar camarones cuando yo no levantaba ni tres palmos del suelo.

Mi padre puede parecer que esté un poco loco, pero la verdad es que es el mejor padre del mundo.

Entre todas estas virtudes, mi padre también es un genial cocinero. No se va a lanzar a prepararte nada elaborado, y el horno no lo tocará sino para meter alguna pizza congelada, pero mi padre cocina unos guisos tradicionales y unos pescados asados de morirse de lo buenos que están. De hecho, para él nada es comida si no lleva sus buenas horas de fuego o un buen rato a la plancha. Sin embargo, hay veces que se sienta delante de la tele mientras cena y se pone a ver a Jamie Oliver o a Chicote y le entran unos momentos de lucidez que lo llevan más allá del guiso y de la pizza del extremo opuesto. Creo yo que fue del inglesito de quien sacó esta receta que a mí me encanta, y que acabo comiendo más de una vez cuando vuelvo a casa. No sé a quién tengo que agradecerle la receta original, pero gracias papá por hacerla tu especialidad.


PASTA A LA PUTTANESCA

09 July 2014

Como ya os he contado muchas veces, mi padre es una persona peculiar. Mi padre es de ese tipo de señores (ay, como lea que lo llamo señor) que puede ir perfectamente en invierno con chanclas y pantalón corto, pero llevar un polar y una bufanda. Mi padre le ha dado el triple de uso que yo (si es posible) a mi primera cámara, que adoptó cuando yo la cambié por un modelo mejor. Mi padre es de ese tipo de personas que se van a hacer senderismo solos, y a las siete de la tarde, sin avisar ni a mi madre ni a mí. Mi padre, es de ese tipo de personas que me mandan un whatsapp a las diez de la noche quejándose de que le están robando fotos del Facebook y subiéndolas sin su nombre (bienvenido al mundo 2.0, papá). Mi padre fue el que me enseñó a pescar y a pelar camarones cuando yo no levantaba ni tres palmos del suelo.

Mi padre puede parecer que esté un poco loco, pero la verdad es que es el mejor padre del mundo.

Entre todas estas virtudes, mi padre también es un genial cocinero. No se va a lanzar a prepararte nada elaborado, y el horno no lo tocará sino para meter alguna pizza congelada, pero mi padre cocina unos guisos tradicionales y unos pescados asados de morirse de lo buenos que están. De hecho, para él nada es comida si no lleva sus buenas horas de fuego o un buen rato a la plancha. Sin embargo, hay veces que se sienta delante de la tele mientras cena y se pone a ver a Jamie Oliver o a Chicote y le entran unos momentos de lucidez que lo llevan más allá del guiso y de la pizza del extremo opuesto. Creo yo que fue del inglesito de quien sacó esta receta que a mí me encanta, y que acabo comiendo más de una vez cuando vuelvo a casa. No sé a quién tengo que agradecerle la receta original, pero gracias papá por hacerla tu especialidad.


Lo sé, soy un desastre. Prometí que no volvería a pasar y vuelven a pasar semanas entre lo que posteo, ¡no hay derecho! Si os soy sincera, la verdad es que desde la última semana de abril no he parado: un viaje express a Madrid para ver a mis padres y a gente bonita, la inauguración de la exposición, un nuevo trabajillo que me ha salido... Aún así, como disculpa os traigo hoy muchísimas fotos de estos últimos días y la receta que os va a alegrar el desayuno :3



GRANOLA CASERA + RESUMEN FOTOGRÁFICO

21 May 2014

Lo sé, soy un desastre. Prometí que no volvería a pasar y vuelven a pasar semanas entre lo que posteo, ¡no hay derecho! Si os soy sincera, la verdad es que desde la última semana de abril no he parado: un viaje express a Madrid para ver a mis padres y a gente bonita, la inauguración de la exposición, un nuevo trabajillo que me ha salido... Aún así, como disculpa os traigo hoy muchísimas fotos de estos últimos días y la receta que os va a alegrar el desayuno :3



¡Hola de nuevo! Sé que llevo desaparecida más de lo debido, pero bueno, por cosas de la vida se me han ido retrasando los ratitos de postear y hasta aquí ha llegado. Prometo no dejaros en la estacada más y para que me perdonéis vengo con una receta de esas con la que di en el clavo a la primera, sorprendentemente (ya sabéis, ensayo y error). A principios de marzo, mientras paseaba por el centro de Alicante me apeteció mucho un helado y entré en la primera heladería que vi (creedme, si en España hay un bar por cada diez personas, en Alicante hay una heladería por cada cinco). Tuve la suerte de que fuera la heladería Livanti, aparentemente la tercera mejor heladería de España, y no es para menos. Me sorprendieron muchísimo los sabores que encontré, que se alejan mucho de los que solemos encontrar pero dos llamaron mi atención: chocolate maya (con chile, vaya) y chocolate negro con jengibre y lima. Es fácil averiguar por cual tiré viendo el título de este post. La mezcla es alucinante: el amargor del chocolate negro complementa perfectamente el toque refrescante del jengibre y el punto ácido de la lima, además la cremosidad del helado era espectacular. Días más tarde, dando vueltas por el mercado me animé a llevarme un par de limas a mi casa, "por lo que pueda pasar". Y pasó. VAMOS QUE SI PASÓ.
Es la primera vez que me arriesgo a hacer una receta completamente desde cero, sin apoyarme en otras y creo que a partir de ahora me dedicaré a adaptar helados a bizcochos ;) ¡Por cierto! Recordáis que hace unas semanas os comentaba que los mirlos tenían una sorpresa que daros: ¡ya está aquí! Al final del post encontraréis los datos :)


Bizcocho de chocolate negro, jengibre y lima

24 April 2014

¡Hola de nuevo! Sé que llevo desaparecida más de lo debido, pero bueno, por cosas de la vida se me han ido retrasando los ratitos de postear y hasta aquí ha llegado. Prometo no dejaros en la estacada más y para que me perdonéis vengo con una receta de esas con la que di en el clavo a la primera, sorprendentemente (ya sabéis, ensayo y error). A principios de marzo, mientras paseaba por el centro de Alicante me apeteció mucho un helado y entré en la primera heladería que vi (creedme, si en España hay un bar por cada diez personas, en Alicante hay una heladería por cada cinco). Tuve la suerte de que fuera la heladería Livanti, aparentemente la tercera mejor heladería de España, y no es para menos. Me sorprendieron muchísimo los sabores que encontré, que se alejan mucho de los que solemos encontrar pero dos llamaron mi atención: chocolate maya (con chile, vaya) y chocolate negro con jengibre y lima. Es fácil averiguar por cual tiré viendo el título de este post. La mezcla es alucinante: el amargor del chocolate negro complementa perfectamente el toque refrescante del jengibre y el punto ácido de la lima, además la cremosidad del helado era espectacular. Días más tarde, dando vueltas por el mercado me animé a llevarme un par de limas a mi casa, "por lo que pueda pasar". Y pasó. VAMOS QUE SI PASÓ.
Es la primera vez que me arriesgo a hacer una receta completamente desde cero, sin apoyarme en otras y creo que a partir de ahora me dedicaré a adaptar helados a bizcochos ;) ¡Por cierto! Recordáis que hace unas semanas os comentaba que los mirlos tenían una sorpresa que daros: ¡ya está aquí! Al final del post encontraréis los datos :)


En uno de mis arrebatos de señora de sesenta años, me vine a casa del mercado con una bolsa de zanahorias que daba para quinientas ensaladas. Como me niego a hacer más bizcochos de zanahoria porque desaparecen a una velocidad considerable, me puse a investigar por internet cómo darle una vuelta a la crema de zanahoria de toda la vida, la que mi madre hace con leche. Hace relativamente poco, una de mis compañeras de piso me comentó que ella asaba al horno las verduras siempre que hacía una crema, así que poniendo eso en práctica e investigando un poco con las especias, llegué a esto, del que sorprende el punto de equilibrio entre las especias, el dulzor de la zanahoria y la frescura del jengibre.




CREMA DE ZANAHORIA, CURRY Y CÚRCUMA

27 March 2014

En uno de mis arrebatos de señora de sesenta años, me vine a casa del mercado con una bolsa de zanahorias que daba para quinientas ensaladas. Como me niego a hacer más bizcochos de zanahoria porque desaparecen a una velocidad considerable, me puse a investigar por internet cómo darle una vuelta a la crema de zanahoria de toda la vida, la que mi madre hace con leche. Hace relativamente poco, una de mis compañeras de piso me comentó que ella asaba al horno las verduras siempre que hacía una crema, así que poniendo eso en práctica e investigando un poco con las especias, llegué a esto, del que sorprende el punto de equilibrio entre las especias, el dulzor de la zanahoria y la frescura del jengibre.




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